Nil sine magno labore vita dedit mortalibus

El boom latinoamericano es, al fin y al cabo, un gran esfuerzo para tener algo nuevo en la mesa.

Los escritores del boom que hemos analizados cuestionan el pasado, el estilo tradicional, el vocabulario, las técnicas narrativas, los fines de la narración. No cabe duda que detrás de todo este esfuerzo haya más que la pura voluntad de hacerse famoso, de llegar a la gloria. Hay un reto a la identidad latinoamericana, un grito lanzado contra la gente, contra la historia. Los escritores del boom – y aclaro que hablo sólo de los que hemos encontrado en nuestro curso – quieren aportar algo a su realidad, quieren ser artífices de un cambio cultural y político, y lo hacen (también) a través de su escritura. Por esta razón utilizan elementos – comunes a todos los libros que hemos leídos – como la fragmentación, la omisión de puntos de referencia, el escaso interés hacia la historia convencional.

No se puede hablar de un movimiento homogéneo: cada autor trabaja con su propio genio hacia un estilo y una composición original e individual, donde hay espacio para temas muy lejanos entre sí, sin compartir siquiera un espacio ontológico. Pero existe este esfuerzo, esta voluntad de seguir adelante con algo nuevo, que diferencie de lo pasado, de la tradición. Por esta razón el boom tuvo tanto éxito: proponía un mundo latinoamericano muy apetecible para los extranjeros, pero que reflejaba a la vez un arraigamiento sincero y genuino a su propia tierra.

El boom es también un fenómeno muy moderno: no solamente los textos son causa de su éxito, sino los autores mismos, especialmente García Márquez y Vargas Llosa, quienes tuvieron el espíritu y la imaginación de venderse a si mismos encima de sus libros. Carmen Balcells en una entrevista afirma que “el invento de la palabra boom no fue para constituir una fraternidad de amigos, para relacionarse afablemente e irse de excursión al campo con las familias. No, no, no… Aquello era un lobby, algo que tiene que ver con el poder literario. Con vender, ¿comprende? Vender. Y, tantas décadas después, aún funciona el invento. Venden millones de ejemplares. Son excelentes escritores. Hay intentonas de imitar aquello, de crear grupos aquí y allá. Pero los que venden son los chicos del boom: Gabo, Vargas Llosa, Cortázar, Fuentes, Donoso, Allende…” No me interesa aquí especular sobre su declaración, si esta sea realidad o fantasía, sino subrayar como esas palabras, que referidas a otros autores anteriores habrían tenido la importancia de las bodas de Pepe Gutierrez y Juana González, abren un debate acerca de nuestros autores a cincuenta años de distancia de la detonación de la bomba latinoamericana, ya que creo deberíamos plantearnos esta cuestión etimológica:¿porqué hablamos de la generación del boom y no de “la generación del ’59” o “grupo 26 de julio”?

Una risposta a "Nil sine magno labore vita dedit mortalibus"

  1. Pero cuando hablamos del boom, ¿realmente hablamos de una “generación” o más bien de una especie de casualidad entre una conjunción de buenos autores que tuvieron la suerte de tener a una “maga” del mercado literario como Carmen Balcells? Además, decir “generación”, me parece, implica hablar de cierta heterogeneidad que, sin duda, no tiene el boom. Y, también, habría que estar de acuerdo con quiénes conformaron el boom, cuándo empezó y cuándo terminó. Esas, creo, son preguntas sin respuesta y que probablemente nunca la tendrán.

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